miércoles, 25 de mayo de 2016

Croissant

Y así salió él ¡¡¡Oh là là!!! Imponente, atractivo, tierno, con ese brillo satinado que enamora a primera vista. Y es que cada vez es más difícil encontrar un buen croissant. La mayoría lucen con cara de pena en los expositores de algunas pastelerías, hechos con la desidia marcada por la rutina de los años o bien con una materia prima de baja calidad, y es que al final, el negocio es el negocio y cuesta ser competitivo. Resultado: croissants hechos con grasas hidrogenadas, embadurnados con mermeladas o chocolates que disfrazan el sabor.¿Ricos? puede pero no buenos.
Dicho ésto, todavía quedan sitios donde se puede comer un buen croissant.

Un buen croissant se compone de una masa hojaldrada enriquecida y fermentada. Debe ser crujiente por fuera, no demasiado dulce y laminado por dentro. Para ello, es imprescindible utilizar una buena mantequilla, respetar los tiempos de reposo y controlar la temperatura. 

Difícil no es pero sí complicado, aún así merece la pena intentarlo. Una vez conseguido, jamás volveréis a comprar una bolsa de ellos en el supermercado.




  La masa del croissant se diferencia del hojaldre común en que está lleva levadura y el hojaldre no.
Esta masa debe estar fría en todo momento. Después de cada paso hay que dejar reposar en la nevera 10´-15´para que endurezca la mantequilla.

Los procesos de fermentación deben ser largos para garantizar un sabor intenso y que la masa desarrolle poco a poco.
                                                               
      
Ingredientes:

250 gr de harina de fuerza
250 gr de harina normal
10 gr de sal
50 gr. de azúcar
25 gr. de mantequilla
250 ml de agua fría
25 gr de levadura fresca
250 gr de mantequilla para los pliegues



 


1. Amasamos todos los ingredientes menos los 250 gr. de mantequilla durante aproximadamente 20´. Diluimos la levadura en agua fría y amasamos otros 20´. Hacemos una bola con la masa y dejamos reposar 30´a temperatura ambiente.

2. Estiramos la masa con un rodillo hasta 1 cm de grosor y dejamos enfriar en la nevera durante 2 horas. Ponemos la mantequilla fría entre papel de hornear y golpeamos con el rodillo estirándola hasta obtener un rectángulo con un grosor de 0,5 cm, siendo el tamaño la mitad de la masa. Envolvemos la placa de mantequilla y enfriamos de nuevo en la nevera.




3. Enharinamos la superficie y ponemos la mantequilla en el centro de la masa cubriendola con las dos solapas, es decir, tienen que casar en el centro. Cerramos bien y pasamos levemente el rodillo. Para laminar siempre que hay que hacerlo primero en horizontal y después en vertical y de la mitad hacia un lado y de la mitad hacia el otro. Para ello ponemos la masa en posición horizontal y pasamos el rodillo de la mitad hacia la derecha y después de la mitad hacia la izquierda. Damos la vuelta a la masa, enharinando si es necesario y pasamos el rodillo de la mitad hacia arriba y de la mitad hacia abajo.

4. Una vez estirada comenzamos a plegar. En total tenemos que hacer 3 pliegues. Dividimos visualmente la masa en tres partes iguales y doblamos como si fuera un sobre, de tal forma que queden las tres capas de igual tamaño. Reservamos en la nevera durante 15´. Repetimos el proceso otras dos veces más hasta hacer 3 pliegues. Siempre enfriando en la nevera entre cada uno de ellos.
  



5. Estiramos la masa haciendo un rectángulo y recortamos e igualamos los bordes. Cortamos triángulos de 70 gr. aprox. (9cm x 25 cm) y enfriamos 10´.

6. Estiramos con la mano un poco el triángulo desde la base a la punta y en la parte inferior hacemos un corte.
   
   

7. Enrollamos desde la base hacia la punta y pasamos a la bandeja forrada con papel de hornear. 

8. Dejamos reposar a temperatura ambiente hasta que dupliquen el tamaño (aprox. 2 horas)
Batimos un huevo y un poco de sal y pincelamos. Dejamos en la nevera 30´y horneamos a 170º durante 17´.






                                




                                           












sábado, 14 de mayo de 2016

Brioche


¿Qué os parece un brioche pobre para desayunar? Y digo pobre porque los brioches en función de la de mantequilla que lleven se catalogan en pobres, medios o ricos y el resultado varía mucho en función de ello.
En este caso, he optado por el más sencillo que incorpora un 25% de mantequilla respecto al total de harina. Me parece perfecto para un desayuno, se puede tomar sólo o acompañado con mermelada e incluso con algo salado puesto que no es una masa demasiado dulce.

El brioche no deja de ser una masa de pan enriquecida a la que se le añade mantequilla para darle más sabor y densidad. No lo voy a negar, cuanta más mantequilla lleve más delicioso me parece pero cada dulce tiene su momento y el brioche pobre tiene su encanto.

Un brioche francés, sencillo y ligero, de elaboración nada complicada pero que requiere de tiempo, paciencia y respetar la duración de los levados. 













.



domingo, 8 de mayo de 2016

Canutillos rellenos de crema pastelera


Hoy recupero una receta de herencia familiar. Deliciosa, sencilla y fácil, de esas recetas que triunfan y que pueden llegar a desplazar a cualquier dulce más elaborado. No es un postre glamuroso pero sí arrasador, sólo tenéis que poner una bandeja en una sobremesa y me lo confirmareis.

Para hacer los canutillos debéis conseguir unas cañas o cilindros metálicos, éstos se encuentran fácilmente en cualquier ferretería o tiendas de menaje. En este caso, yo he utilizado mis cañas de toda la vida, las heredadas de la familia y que tantas y tantas veces he utilizado. Me encantan.

Es importante freírlos a la temperatura indicada y no rellenarlos con demasiada antelación para que no se humedezcan con la masa y pierdan la textura crujiente. Una hora antes de servir es suficiente para mantener la textura.


¡¡¡Simplemente deliciosos!!!





























sábado, 19 de marzo de 2016

Galletas de limón

Me pierden las galletas de mantequilla en todas sus modalidades. Disfruto haciéndolas, dándoles forma y decorándolas. Son perfectas para cualquier ocasión, no hace falta ser un experto en repostería y son divertidísimas de hacer con niños. 
Admiten gran variedad de ingredientes, acompañan un desayuno, un café y calman la fiera que llevamos dentro en cualquier momento. Conservan bien en un recipiente hermético y ante un compromiso siempre nos tienen salvados.

Esta receta enamora al paladar, el sabor suave a limón y la textura fina de la galleta la hacen realmente deliciosa.




















martes, 1 de marzo de 2016

Mermelada de Fresa


Qué rica, qué sencilla y qué versátil es. Si tengo que elegir una mermelada me quedo con las de frutos rojos. A parte del sabor, son visuales y combinan con todo. Últimamente las he descubierto en ensaladas con queso, nueces y cebolla caramelizada. Un punto de mermelada encima de la cebolla y todo un placer.




Aunque elaborar una buena mermelada casera no tiene ninguna complicación, si que es necesario conocer algunos aspectos básicos de los ingredientes y su reacción en el proceso.

La mermelada se compone básicamente de fruta, azúcar, ácido y pectina.

La fruta: debe lavarse bien, estar en su punto justo de maduración y la pesaremos una vez pelada y deshuesada si procede.

El azúcar: generalmente la proporción a utilizar es de 50/50, es decir, el mismo porcentaje de fruta que de azúcar. pero suele variar en función de la fruta que utilicemos, de la maduración y por supuesto, de nuestro gusto. Personalmente me salto siempre esta regla, rebajando la proporción de azúcar con el fin de que no empalague y disfrace el sabor de la fruta. Pero ¡OJO! si reducimos demasiado la cantidad la mermelada puede fermentar. El azúcar actúa como conservante, acapara la humedad y evita que crezcan los microbios. Por tanto,  ayuda a que no fermente y no cristalice. Así que no nos podemos desviar demasiado de la proporción de referencia.

El limón: a parte de evitar la cristalización, ayuda a regular la acidez de la fruta. La proporción adecuada es de 1 limón por kilo de fruta aproximadamente.

La pectina: es la sustancia que tienen las frutas, unas en mayor en medida que otras y ayuda a gelificar el azúcar. La manzana, naranja y arándanos tienen mucha pectina, mientras que las fresas, frambuesas y melocotones tienen muy poca. En estos casos, si vemos que no adquiere la consistencia adecuada podemos realizar la cocción con manzana, por su sabor neutro o simplemente con unas peladuras de la misma. También cabe la posibilidad de añadir pectina en polvo que se comercializa en tiendas especializadas.
Sinceramente, nunca he tenido que añadir pectina, con la que trae la fruta he conseguido hacer mermeladas de calidad pero por si acaso, ahí dejo la idea.

Cuando la cocción alcanza los 104ºC el ácido y la pectina de la fruta reaccionan con el azúcar haciendo que al enfriarse la mezcla se espese.



Diferencias entre mermelada, confitura y jalea.  

En España no se distingue prácticamente entre mermelada y confitura. La diferencia está en que la primera se transforma en puré dando como producto final un aspecto homogéneo y consistente mientras que la confitura en su acabado tiene trocitos de fruta. Para ello,  la fruta debe ponerse previamente a macerar con el azúcar, de tal forma que así se elimina el agua y los tejidos se endurecen. Otra opción es introducir trocitos de fruta una vez comenzada la cocción y esté completamente deshecho el azúcar. 

En cuanto a la jalea, es una preparación a base de zumo concentrado, de tal forma que su aspecto final es gelatinoso, transparente y brillante. Para extraer el jugo las piezas no se pelan, ni se eliminan las pepitas y el corazón.  Se cuecen, se aplastan para extraer el zumo y se cuelan.



Vayamos con la receta:







martes, 23 de febrero de 2016

Rosquillas de infancia



Recuerdo esas maravillosas tardes de niñez en las que mi madre nos hacía rosquillas. No desaprovechábamos la ocasión de ir corriendo a la cocina y ponernos con las manos en la masa. Hacer un volcán era ¡¡¡la bomba!!!y  los churritoooss...¡¡¡Qué  juego nos daban los churritoooss!!! La creatividad no tenía fin, menos redonditas las hacíamos de todo: cisnes, números, nuestras iniciales, las de toda la familia...y qué vamos a decir del anís, quién no metía el dedo a escondidas y lo requeterechupeteabaaa.
Este recuerdo lo asocio a mi primera incursión en la cocina, con la cocina divertida, creativa. Luego llegaron los bizcochos, las tartas y con el tiempo una inmensa cantidad de postres tan diversos que poco a poco fueron dejando en un segundo plano recetas tan tradicionales, básicas y ricas como ésta.




                                                                          
                                      


















miércoles, 27 de enero de 2016

Galletas de vainilla


Si tengo que decir cúal es la receta que más he repetido a lo largo de estos años, sin duda alguna, es la de estas galletas en sus diferentes versiones. Siempre recurro a ella como base para decoraciones con glasa porque tienen una superficie perfecta y lisa para trabajar sobre ella, pero la verdad, como más las disfrutamos es en su forma más simple. 

Con ella empecé el blog, me enamoré del resultado y me dió un ataque compulsivo de comprar moldes. Por vergüenza, no diré la cantidad que he ido adquiriendo a lo largo del tiempo y que no he llegado nunca a utilizar,  siempre me quedo con las formas más sencillas. Queda claro que no son imprescindibles y como en este caso, simplemente con un cortador he hecho la forma. Así que no tenéis excusa para no hacerlas. No hay quien las coma y no acabe pidiendo la receta. 

Hoy las acompaño de una decoración muy fácil con cacao puro. Es tan sencilla que no requiere más que de una plantilla para hacer el estarcido.

Vayamos con la receta...








domingo, 20 de diciembre de 2015

BIZCOCHO BLANCO CON FRUTOS SECOS



Hoy es uno de esos días en los que miro atrás y veo lo poco o mucho que voy aprendiendo de este mundo reposteril y lo digo, sobre todo, por la cantidad de recursos que he ido adquiriendo sin darme cuenta.

Esta mañana había preparado un sencillo bizcocho aprovechando unas claras sobrantes. No tenía más pretensión que la de cubrir las necesidades del desayuno y el hamaiketako (almuerzo) de las niñas de mañana lunes. La cosa cambia cuando después de comer hemos recibido una visita muy agradable pero inesperada y ahí he visto como en un pis-pas he conseguido transformar un simple bizcocho en el tiempo que se tarda en preparar un café. 

Se trata de un bizcocho aterciopelado blanco y suave por efecto de las claras y la mantequilla.   Bizcocho que he rellenado de mermelada de ciruela roja casera y cubierto con una capa de azúcar glas, mermelada, nueces, pistachos y arándanos.

Estoy segura de que os servirá la idea para cubrir vuestros bizcochos de base dándoles un toque más original.









                                               Consejo: adornar en el momento de servir.

martes, 8 de diciembre de 2015

Abricotines


Que se resumen en unas pastas de almendra rellenas de mermelada de albaricoque. Dicho así, parece que le acabo de quitar todo el glamour a esta exquisitez y nada más lejos de mi intención porque cada vez que hago una receta francesa de este tipo me traslado al Olimpo de los Dioses. Son de esos dulces que acompañan bien en cualquier ocasión y si en tus gustos está la almendra pues ya no hay más que decir. ¡Simplemente deliciosos!















Fuente: Ladurée


Guardar en un recipiente hermético en la nevera durante al menos 12 horas antes de servir.