sábado, 19 de marzo de 2016

Galletas de limón

Me pierden las galletas de mantequilla en todas sus modalidades. Disfruto haciéndolas, dándoles forma y decorándolas. Son perfectas para cualquier ocasión, no hace falta ser un experto en repostería y son divertidísimas de hacer con niños. 
Admiten gran variedad de ingredientes, acompañan un desayuno, un café y calman la fiera que llevamos dentro en cualquier momento. Conservan bien en un recipiente hermético y ante un compromiso siempre nos tienen salvados.

Esta receta enamora al paladar, el sabor suave a limón y la textura fina de la galleta la hacen realmente deliciosa.




















martes, 1 de marzo de 2016

Mermelada de Fresa


Qué rica, qué sencilla y qué versátil es. Si tengo que elegir una mermelada me quedo con las de frutos rojos. A parte del sabor, son visuales y combinan con todo. Últimamente las he descubierto en ensaladas con queso, nueces y cebolla caramelizada. Un punto de mermelada encima de la cebolla y todo un placer.




Aunque elaborar una buena mermelada casera no tiene ninguna complicación, si que es necesario conocer algunos aspectos básicos de los ingredientes y su reacción en el proceso.

La mermelada se compone básicamente de fruta, azúcar, ácido y pectina.

La fruta: debe lavarse bien, estar en su punto justo de maduración y la pesaremos una vez pelada y deshuesada si procede.

El azúcar: generalmente la proporción a utilizar es de 50/50, es decir, el mismo porcentaje de fruta que de azúcar. pero suele variar en función de la fruta que utilicemos, de la maduración y por supuesto, de nuestro gusto. Personalmente me salto siempre esta regla, rebajando la proporción de azúcar con el fin de que no empalague y disfrace el sabor de la fruta. Pero ¡OJO! si reducimos demasiado la cantidad la mermelada puede fermentar. El azúcar actúa como conservante, acapara la humedad y evita que crezcan los microbios. Por tanto,  ayuda a que no fermente y no cristalice. Así que no nos podemos desviar demasiado de la proporción de referencia.

El limón: a parte de evitar la cristalización, ayuda a regular la acidez de la fruta. La proporción adecuada es de 1 limón por kilo de fruta aproximadamente.

La pectina: es la sustancia que tienen las frutas, unas en mayor en medida que otras y ayuda a gelificar el azúcar. La manzana, naranja y arándanos tienen mucha pectina, mientras que las fresas, frambuesas y melocotones tienen muy poca. En estos casos, si vemos que no adquiere la consistencia adecuada podemos realizar la cocción con manzana, por su sabor neutro o simplemente con unas peladuras de la misma. También cabe la posibilidad de añadir pectina en polvo que se comercializa en tiendas especializadas.
Sinceramente, nunca he tenido que añadir pectina, con la que trae la fruta he conseguido hacer mermeladas de calidad pero por si acaso, ahí dejo la idea.

Cuando la cocción alcanza los 104ºC el ácido y la pectina de la fruta reaccionan con el azúcar haciendo que al enfriarse la mezcla se espese.



Diferencias entre mermelada, confitura y jalea.  

En España no se distingue prácticamente entre mermelada y confitura. La diferencia está en que la primera se transforma en puré dando como producto final un aspecto homogéneo y consistente mientras que la confitura en su acabado tiene trocitos de fruta. Para ello,  la fruta debe ponerse previamente a macerar con el azúcar, de tal forma que así se elimina el agua y los tejidos se endurecen. Otra opción es introducir trocitos de fruta una vez comenzada la cocción y esté completamente deshecho el azúcar. 

En cuanto a la jalea, es una preparación a base de zumo concentrado, de tal forma que su aspecto final es gelatinoso, transparente y brillante. Para extraer el jugo las piezas no se pelan, ni se eliminan las pepitas y el corazón.  Se cuecen, se aplastan para extraer el zumo y se cuelan.



Vayamos con la receta:







martes, 23 de febrero de 2016

Rosquillas de infancia



Recuerdo esas maravillosas tardes de niñez en las que mi madre nos hacía rosquillas. No desaprovechábamos la ocasión de ir corriendo a la cocina y ponernos con las manos en la masa. Hacer un volcán era ¡¡¡la bomba!!!y  los churritoooss...¡¡¡Qué  juego nos daban los churritoooss!!! La creatividad no tenía fin, menos redonditas las hacíamos de todo: cisnes, números, nuestras iniciales, las de toda la familia...y qué vamos a decir del anís, quién no metía el dedo a escondidas y lo requeterechupeteabaaa.
Este recuerdo lo asocio a mi primera incursión en la cocina, con la cocina divertida, creativa. Luego llegaron los bizcochos, las tartas y con el tiempo una inmensa cantidad de postres tan diversos que poco a poco fueron dejando en un segundo plano recetas tan tradicionales, básicas y ricas como ésta.




                                                                          
                                      


















miércoles, 27 de enero de 2016

Galletas de vainilla


Si tengo que decir cúal es la receta que más he repetido a lo largo de estos años, sin duda alguna, es la de estas galletas en sus diferentes versiones. Siempre recurro a ella como base para decoraciones con glasa porque tienen una superficie perfecta y lisa para trabajar sobre ella, pero la verdad, como más las disfrutamos es en su forma más simple. 

Con ella empecé el blog, me enamoré del resultado y me dió un ataque compulsivo de comprar moldes. Por vergüenza, no diré la cantidad que he ido adquiriendo a lo largo del tiempo y que no he llegado nunca a utilizar,  siempre me quedo con las formas más sencillas. Queda claro que no son imprescindibles y como en este caso, simplemente con un cortador he hecho la forma. Así que no tenéis excusa para no hacerlas. No hay quien las coma y no acabe pidiendo la receta. 

Hoy las acompaño de una decoración muy fácil con cacao puro. Es tan sencilla que no requiere más que de una plantilla para hacer el estarcido.

Vayamos con la receta...